Los tiempos cambian y el sector está entendiendo que existen oportunidades de negocio fuera de los sistemas de construcción tradicionales. Sebastián Kennel era hasta hace unos años un hombre del mundo de las finanzas con ganas de emprender un negocio relacionado con la economía real. Hoy lidera MC -Materiales Compuestos-, la compañía que realizó el primer “núcleo húmedo” argentino, único en el mundo. “Se trata de una estructura realizada con materiales compuestos que resuelve las funciones húmedas de una vivienda: baño, cocina y lavadero en un mismo desarrollo”, define Kennel uno de los socios de la compañía. La idea del negocio surgió luego de detectar la necesidad de acelerar los tiempos de construcción y de bajar el costo, uno de los principales dilemas de la industria.
El modelo busca industrializar la construcción en los ambientes más complejos de la unidad. “Son los que tienen el costo por metro más caro, además de ser la parte de la casa que necesita de la mano de obra más calificada, además de la coordinación de tres gremios”, relata el emprendedor que promete un ahorro de entre 10 y 15 por ciento en comparación al sistema tradicional. El material principal es la fibra de vidrio y resinas, los muros son paneles sándwich de ese material con relleno de poliuretano. Al estar hecho a base de materiales compuestos, no generan residuos ni requiere limpieza o retiro de materiales y conlleva prácticamente cero mantenimiento. Además para su instalación no demanda ningún suministro de agua ni hace falta pintura.
El costo del kit básico parte de los US$ 6500 e incluye baño completo con paredes técnicas de cocina y lavadero, mientras que el completo puede demandar hasta US$ 11.500 de inversión. Esta versión cuenta con todos los electrodomésticos instalados, más aberturas y cerramientos instalados. Otro dato clave es que todos los modelos salen con todas las conexiones completas sanitarias, eléctricas y de gas para una casa o departamento.
Las piezas se desarrollarán en una planta que construyen en zona Norte que tendrá una capacidad máxima para la producción de 50 módulos húmedos diarios. Luego se trasladarán en camiones al lugar de los proyectos para implantarlos en la estructura de hormigón. “En el caso de que la demanda superara las 300 unidades realizaremos plantas itinerantes y las montaremos en los lugares de la obra, razón por la que además se convierte en un proyecto inclusivo”, detalla Kennel. El desarrollo en el que se destinaron US$ 500.000 de inversión inicial disminuye 30 por ciento los tiempos de construcción, ahorra materiales y agua -en este último caso 1323 litros por cada núcleo húmedo instalado-.
El proyecto quedó seleccionado en la categoría Building & Construction, como uno de los tres finalistas en la Journal European Composite, la feria más importante a nivel mundial sobre materiales compuestos que se realiza en Paris, Francia.
Kennel ya tiene pedidos para un proyecto de coliving con unidades de 35 metros cuadrados en los que los módulos resolverán los espacios de cocina, baño y lavadero de los departamentos A y B. “Otra ventaja es que al cerrarse un precio fijo, el desarrollador elimina el riesgo de inflación, y acelera los tiempos de obra lo que le permitirá, en el caso de acceder a un crédito intermedio, certificar con mayor rapidez los avances de obra para que le liberen los fondos”, agrega Kennel, quien cree que el gran potencial de su negocio está en la necesidad de viviendas sociales que tiene el país. En la Argentina existe un déficit habitacional estimado en tres millones de unidades. La demanda crece a un ritmo de, aproximadamente, 40.000 viviendas por año, mientras que se llegan a construir no más de 90.000 al año. EL desafío es demasiado grande y exige la necesidad de poner en marcha iniciativas innovadoras que permitan acelerar los procesos.
Otro proyecto que prueba que la capacidad inventiva está a la orden del día en la industria es 3C Construcciones. Lucas Recalde diseñó un proceso industrial sin uso de agua, con poca energía y con materiales reutilizados para obtener elementos de construcción que aportan soluciones habitacionales en casas o galpones -entre otras construcciones- de calidad a bajo precio. “El costo es la mitad de los sistemas tradicionales de construcción”, detalla Recalde, quien enumera dos propiedades técnicas: la aislación térmica y acústica. “Utilizamos residuos de polietileno y P.E.T -botellas recicladas-, es decir reutilizamos materiales reciclados y generamos un material con el que se construyen las casas. No es construcción en seco, es una técnica mixta porque luego se reviste con revoque de cemento tradicional, es decir al aspecto estético es el de una propiedad construida con ladrillos”, relata Recalde que ya realizó un prototipo de dos pisos que tiene 75 metros cuadrados, además de un espacio de 65 metros cuadrados y un galpón en el que planea instalar la fábrica de la empresa. “Trabajamos en desarrollar un proceso industrial que no use agua, ni energía para instalar en zonas vulnerables en donde el desempleo alcanza al 80 por ciento”, relata el emprendedor. Por caso, para la construcción de la casa de 75 metros cuadrados se utilizaron 1500 kilos de plástico que compraron a gente de bajos recursos. “Lo más interesante es que podemos pagar hasta ocho veces más el kilo de plástico y sólo afecta al 4 por ciento del precio final de la casa, lo que demuestra que inclusive se le puede pagar más a quienes venden ese material”, agrega Recalde que está desarrollando micro franquicias que demandan una inversión inicial de $ 100.000 para expandir la iniciativa a todo el país. Hoy trabaja en alianzas estratégicas con ONGs y municipios. “El proyecto le permitirá a las recicladoras dejar de ser recolectores para convertirse en industriales, ya que van a construir casas en lugar de vender plástico”, relata. El proyecto fue elegido como el emprendimiento sustentable del año en el marco del concurso del Programa Nacional de Emprendedores para el Desarrollo Sustentable (Proesus), organizado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Esta iniciativa busca detectar aquellos proyectos que apliquen nuevas tecnologías en negocios vinculados a temas como el agua, los alimentos, la biodiversidad, los residuos, la energía o el cambio climático, entre otros.
Fonte: La Nación